Doncella de las nieves

Vida y muerte de Nievecilla

 

Nievecilla – es una herencia puramente eslava, nacida del espíritu ruso.

Se sabe que los dioses nacen, viven algún tiempo en la conciencia de las personas, y luego mueren, desapareciendo de la memoria.

En la gran cultura rusa, en el siglo XIX, ocurrió el milagro del nacimiento de una nueva diosa, que ya no desaparecerá nunca mientras existan los eslavos.

El cuento sobre Nievecilla fue escrito alrededor del siglo XVIII.

 

Una pareja de ancianos observan como los niños ajenos juegan con la nieve «hacen bolas de nieve que se tiran o crean muñecos» y deciden crearse una hija de nieve. La niña, milagrosamente, cobra vida.

Cuando el invierno pasa, Nievecilla empieza a entristecerse y se encuentra bien solo en la sombra, o cuando llueve, o mejor, graniza.

Una tarde, sus amigas juegan saltando por encima de la hoguera. Nievecilla se une a ellas. Salta sobre la hoguera y se derrite convirtiéndose en una nube blanca que se eleva y desaparece en el cielo.

 

La Doncella de las Nieves se convierte en diosa en el año 1873 gracias al dramaturgo ruso Aleksandr Ostrovskiy que le dió como padres a dioses eslavos Ded Moroz (Abuelo Frio que corresponde a Papa Noel o San Nicolas) y Bella Primavera. Y de los dioses, como es lógico, nacen dioses.

 

La niña se cansa de vivir en el reino del frío y el hielo. Su cariñosa madre se apiada de ella y, a pesar del enfado del marido, la deja ir con los humanos.

Los Berendeis (pueblos nómadas de estepas rusas del sur) la adoptan. Les conquista por su extraordinaria belleza. Pero su corazón no tiene calor, es fría y parece inaccesible.

Mizguir conoce a Nievecilla y se queda prendado. Se declara, pero Nievecilla no quiere su amor. Pero conoce los celos y pide a su madre, la Primavera, que le regale el amor:

Amor te pido, quiero amar.
Regálale a Nievecilla un corazón, mamá!
Regálame el amor o quédate con mi vida!

La Primavera coloca una corona en la cabeza de su hija. Y, a partir de ese momento, Nievecilla pierde la inmortalidad, convirtiéndose en humana. Tras despedirse, la Primavera le advierte a su hija sobre un peligro mortal, pero Nievecilla va al encuentro de las personas y el amor.

Imposible es entender la belleza…
La madre rogó con mirada cariñosa
Pero tras probar el frío, Nievecilla,
habló con ardor del amor.

Los ojos, en azules lagunas
se convierten, reflejan la nieve;
las nubes que flotan en el cielo,
llaman a los pájaros invernales.

Lejana esta la primavera y el calor.
Pero el amor siempre existe.
Y respiran las flores de invierno.
Y el sol del invierno embruja…

Doncella de las Nieves pide bendición al rey de los Berendei para casarse con Mizguir.

En ese momento, un cálido rayo de sol ilumina a Nievecilla que pregunta alarmada:

Pero que me pasa: Éxtasis o muerte?
Que deleite! Que emociones!
O Madre-Primavera, gracias por esa alegría,
Por el dulce regalo del amor

En mis ojos… y en el corazón… en la sangre
Fuego. Yo amo y me derrito. Me derrito
Por dulce sentimiento del amor! Adiós…

Mizguir, traumatizado por la muerte de su amada, se tira a un lago y muere también.

 

snow maiden ojo

Los dramas se quedan. Son los que se hacen un hueco, sobre todo, cuando se muere por algo grande.

Pero el cuento ha cambiado. Ahora la Doncella de las Nieves se convirtió en la nieta de Ded Moroz.

El gran Dios ruso, Ded Moroz y su divina esposa Tormenta de Nieve tuvieron un hijo, Nevado (muñeco de nieve). Por culpa del estado un poco embriagado de sus padres por celebración del año nuevo, nació un poco débil de mente, pero con un gran corazón.

Mas tarde, Nevado y la diosa Bella-Primavera, tuvieron una hija, la Doncella de las Nieves.

Las divinas madres y esposas no aparecen a menudo. La sabia Bella-Primavera prefiere relacionarse con Ded Moroz brevemente, justo cuando llega la primavera, mientras el Abuelo Frio, Nevado y Nievecilla se preparan para su traslado a la casa del verano, en el lejano y salvaje norte. Solo Tormenta de Nieve los visita a menudo, incluso en verano, en el país de las nieves eternas.

 

Nievecilla se ha quedado con nosotros. Para siempre.